Hola
Me llamo Pedro y leí una entrada en el blog Teletransporte hace unos días relativo a los consejos que facilitaba. La verdad, me resultó muy interesante y me decidí a mandarle un mail.
Tengo 37 años y no tengo pareja. Últimamente me encuentro algo deprimido por ello, ya que veo cómo las personas que están a mi alrededor avanzan en sus vidas y yo estoy estancado. Estuve hace unos meses con una chica, pero mi indecisión (no sabía si me terminaba de gustar, y cuando me decidí ya era tarde) hizo que la relación terminara. A veces pienso que no tengo sentimientos, y que soy como una máquina que no termina de saber relacionarse con la gente.
He estado muy enamorado, pero siempre ha acabado mal. He sido rechazado por amigas y ex-compañeras de trabajo de las que sigo enamorado en parte (los sentimientos no se pueden hacer desaparecer así como así), y la verdad, cada vez es más difícil establecer amistades y relaciones.
Tal vez me meta demasiada presión y sea demasiado perfeccionista y creo que debo cambiar, pero no sé qué hacer.
¿Tiene algún consejo para mí? En cualquier caso, espero que todo le vaya lindo!
Besos o abrazos, lo que prefiera! Image may be NSFW.
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Querido Pedro:
¿Recuerda la película ”2001: Una Odisea del Espacio”, donde Stanley Kubrick, sobre la base de una novela de de Arthur C. Clark , nos hace pensar en un futuro, en el que, entre otras cosas, se pudiera dar el salto de la inteligencia artificial al pensamiento y a la emoción?, ¿que una computadora (en la ficción, Hal 9000) pudiera llegar a tener criterio propio y tomar decisiones?. Aquel futuro —cronológicamente ya pasado— no nos ha dado de momento la oportunidad de escuchar ni las ideas ni las penas o alegrías de las máquinas, que siguen dependiendo del ser humano, creador o simple usuario, para funcionar.
Lo decía por eso de sentirse máquina, por esa comparación que hace usted al final del segundo párrafo de su carta: “(…) A veces pienso que no tengo sentimientos, que soy como una máquina que no sabe terminar de relacionarse con la gente (…)”.
Naturalmente, entiendo que el sentido de la frase es figurado, pero siento la necesidad de subrayar otra información muy distinta que usted mismo ofrece un poco más abajo: “(…) Últimamente me encuentro algo deprimido por ello (…)”. Y, más abajo, otro poquito más: “(…) He estado muy enamorado (…)”. Y algo más: “(…) He sido rechazado por amigas y ex-compañeras de trabajo de las que sigo enamorado en parte (los sentimientos no se pueden hacer desaparecer así como así)…”
Encuentro la última afirmación extremadamente natural y poética. Y unida al resto, enlaza una declaración que contrasta enormemente con el símil “maquinero”: Pedro, no solo es capaz de sentir (tristeza, enamoramiento) y desear (relaciones amorosas con otras personas), sino que sus afectos son persistentes a pesar de las dificultades.
Sin embargo, creo que su metáfora es muy buena, pero por otra cosa distinta. El funcionamiento de gadgets, máquinas e ingenios varios, tiene un modo de operar en el que la acción suele avanzar gracias a un ensamble de mecanismos que siguen una u otra lógica, un orden predecible. Y cualquier situación que queda fuera de esa previsibilidad imposibilita continuar con el proceso y, a veces, incluso provoca que el aparato se pare.
En muchas ocasiones nuestra mente también funciona en un “modo-aparato”, el ideal para resolver ecuaciones, jugar al ajedrez, hacernos un sudoku, orientarnos en un mapa…Un pensamiento que sigue unas reglas preestablecidas, reglas lógicas, dentro de un código donde si uno es peón no puede moverse como un alfil o donde el signo (+) significa lo polarmente opuesto al signo (-), sin poderse intercambiar así como así, entre ellos.
Pero a diferencia de Hal (que no tuvo la oportunidad porque cuando se pasó de la raya fue desenchufado por el astronauta de la misión en 2001), los humanos desarrollamos otros “estados” y funcionamientos mentales donde las secuencias lineales no sirven, donde la organización binaria (si o no; 0 o 1; blancas o negras) no es muy útil. Más bien sirve para poco y a veces hasta para nada.
Tener un hijo, enamorarse hasta las orejas, pintar un cuadro, componer una canción o comprar lotería, son algunas de las cosas que solemos hacer sin utilizar el “modo cibernético” (me refiero al modo del primer Hal, antes de intentar ser humano). En la “economía” de la lógica ninguna de estas situaciones sería rentable y en una lista de pros y contras ganarían seguramente los segundos, si no fuera por… nuestra otra parte.
Nuestra otra parte: Está llena de ilusiones, riesgos, sorpresas, trampas, desniveles, cuestas de subida, cuestas de bajada, cumbres, llanos, tragos dulces, amargos, salados, risas, lágrimas, carcajadas, desengaños, brillos, sombras, simas, éxitos, fracasos estrepitosos…
En un sentido, el pensamiento racional resulta mucho más confortable: limpio, más bien fresquito, con instrucciones precisas y engranado, sin sobresaltos, perfecto. O casi. Porque en un firme con tanta irregularidad como el que digo, el de la “cara B”, se necesita otro vehículo y el de la exactitud y la seguridad se puede romper. Quiero decir algo así como que una bici de carretera no va bien para la montaña.
La indecisión puede ser una de las averías cuando queremos cantar la canción de la cara B con la letra de la cara A. No encaja y la melodía se nos escapa. Me refiero a lo que cuenta, cuando habla de la chica que se marchó antes de que usted llegara a tomar una determinación, perdiéndose en el camino del pensamiento, cuando el camino hacia ella probablemente iba por la vía del sentimiento en dirección a la acción.
Tal vez soy demasiado partidaria de correr riesgos. Tal vez correr riesgos no es el mejor consejo para todo el mundo. Pero en su caso, Pedro, le diría que se deje guiar más por el deseo y el sentimiento. Piense algo menos y actúe algo más. Si no compra lotería (amorosa) el premio no toca. Y cuando toca al resto de compañeros y uno no compró, sienta fatal.
P.D. A propósito. No le recomiendo que repase la película de Kubrick (si no es muy fan de él o no tiene muchísimas ganas), pero creo que le sentarían fenomenal unos pocos capítulos de “Cómo conocí a vuestra madre”, si no acostumbra a ver esta serie en TV.